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sábado, 1 de septiembre de 2012

Capitulo 7


Subí en el ascensor toda contenta, canturreando. Mi madre estaba en la cocina terminando de cocinar, mi padre estaba en la sala viendo la televisión y mi hermana estaba en el ordenador.

-          Buenos días Sofía. Ve a lavarte las manos que enseguida comemos- me dijo mi madre dándome un beso en la mejilla.

-          Buenos días mamá- le dije mientras salía de la habitación – y ahora voy a lavármelas.

Salí de la cocina, le di un par de besos a mi padre y fui al baño directamente. Allí dejé el bolso en el bidé, me miré al espejo, me veía rebosante de energía y me lavé las manos.

-          A comer- gritó mi madre, cogí el bolso, lo llevé a mi habitación y luego fui a la cocina.

Me senté en mi sitio habitual, mi hermana se sentó a mi lado, mi madre enfrente de mí y mi padre a mi otro lado.

-          ¿Qué hay de comer?- preguntó mi padre cuando se acomodó  en su silla.

-          Pues hoy tenemos de comer tacos de espaguetis- dijo mi madre como si fuera una camarera de un gran restaurante.

Me reí un poco por su interpretación. Mi hermana se me quedó mirando, mientras nuestra madre nos servía de comer.

-          ¿Y qué tal con Laura y el resto? ¿Ligasteis mucho?- me preguntó mi hermana haciéndome cosquillas.

-          Pues sí, ligamos demasiado, esto Rubén no lo sabe y nadie debe decírselo- “si en verdad supieras lo que he hecho, hermana. No me verías con los mismos ojos” pensé mentalmente.

-          Pues espero que si hayas ligado, me consigas a mi algo, ya que tú estás con alguien y yo todavía estoy soltera- me dijo mi hermana empezando a saborear la comida.

-          Dejar de hablar de eso y a comer- dijo mi padre, ya que no tenía ganas de aguantar nuestras conversaciones.

El resto de la comida, se desarrollo tranquilamente y en silencio. Salí de la cocina nada más terminar de recoger un poco la mesa.

En mi habitación, cogí mi diario, que estaba necesitado de que le escribieran, ya que llevaba un día sin tocarlo.

Diario, ayer salí con Rubén, me había preparado una sorpresa. Me llevó a un hotel de 4 estrellas en el Pazo do Río, allí nos bañamos en la piscina donde nos dijimos mutuamente Te Quiero y luego por la noche, no sé pasó, pero lo hicimos; sí, te estoy hablando del amor, del sexo. Ayer perdí la virginidad, con él; el hombre al que quiero en estos momentos.

Dejé  a un lado mi diario, encendí mi portátil y me conecté al Tuenti. Allí le di las gracias a Laura por cubrirme y le conté todo (menos lo de que había perdido la virginidad), quise gritar a los cuatro vientos que estoy enamorada de Rubén y  que lo hemos hecho, pero no puedo, porque vivo en una ciudad y si grito, los vecinos se me cabrearán.

-          Hija tenemos un problema – me dijo mi madre llamando a la puerta, cerré de golpe el diario y la pantalla del ordenador- tu padre y yo no podemos ir a la reunión de vecinos y tendrás que ir tú.

-          ¿Y Ariel no puede ir?- pregunté, ya que no tenía muchas ganas de ir.

-          No, ella tiene unas entradas para el cine y por eso vas tú. Ya que si no vamos, nos pueden encasquetar ser los nuevos presidentes, ya que hoy es la elección del nuevo.

Asentí no muy convencida, no tenía ganas de ir, pero por no tener luego que aguantar a mis padres gritando y despotricando por no haber ido, iba a ir.

A las 5, bajé a la sala de reuniones, iba porque mi padre tenía una reunión en el bufete de abogados donde trabajaba y mi madre había quedado hacía unos días con sus amigas.

Me senté en la tercera fila, ni muy cerca ni muy lejos. A mi alrededor se sentaron unos cuantos vecinos y a mi lado un chico de unos 18 años, al que no presté atención. Cuando la presidenta entró en la sala, todo el mundo se sentó.

-          Hoy con nosotros está la hija de los del 3ªA Sofía- vi como todas las miradas del lugar se fijaban en mí – y también tenemos hoy con nosotros a Jaime el hijo de los nuevos vecinos del 2B.

Miré a Jaime como hacía todo el mundo (y dio la casualidad que estaba sentado a mi lado), vi a un chico de ojos de un azul intenso, de pelo negro ondulado y corto; llevaba puesto un pantalón vaquero desgastado, unos tenis blancos con cordones, una camiseta blanca con el logo de algún grupo y una chaqueta de manga larga fina de color azul marino.

-          El único punto en el día de hoy es la elección de un nuevo presidente. ¿Algún voluntario?- nadie levantó  la mano, ya que nadie quería serlo – como me esperaba esto, he hecho papeletas, hay una papeleta con una raya, a quien le toque, será el nuevo o nueva presidente. ¿Entendido?

Todo el mundo asentimos  a la vez que  nos mirábamos perplejos. Cogí una papeleta cuando me pasaron la cestita, miré a Jaime (no sé porque lo miré), me sonrió. Cuando abrí mi papeleta y vi la raya, palidecí de tal modo que no sé cómo pasó que Jaime me cambió la papeleta.

-          Ahora quien tenga la papeleta con la raya, que se levante- vi que Jaime lo hacía – bien, desde hoy los nuevos vecinos serán los presidentes. La reunión da por finalizada.

Vi que Jaime salía de los primeros, tuve que correr para alcanzarle. Cuando le alcancé, le parré para darle las gracias e invitarle a tomar algo algún día.

-          Jaime, ¿por qué me cambiaste la papeleta?- quise saber.

-          Porque vi en tu rostro una mueca de que alguien te mataría si dijeras en casa que eran los nuevos presidentes- me respondió, de una manera tan dulce que me gustó y todo.

-          Gracias, te debo una. Ya sé, tendremos que quedar algún día para tomar algo y te invitaré yo- le dije, le besé en la mejilla y me marché por las escaleras rumbo a mi casa.

Cuando llegué a casa, encendí el Messenger y como vi que estaban las cuatro, las invité a una conversación cuádruple.

 Yo: Chicas, hoy he conocido a un hombre muy majo.

Laura: ¿Y cómo es?

Paula: Eso, ¿cómo es ese chico y cómo se llama?

Yo: Pues se llama Jaime, es el hijo de los nuevos vecinos del 2B y es de ojos de un azul intenso y de pelo negro ondulado y corto. Era guapo.

Anastasia: Como te enamores de él te matamos, ahora estás con Rubén y déjanos el resto a nosotras.

Paula: Hay tiene razón ella, muy bien dicho sandia.

Como no quería hablar más con ellas, desconecté el Messenger, me puse ropa más cómoda, me puse una camiseta larga y un pantalón corto de andar por casa. Tenía ganas de un café, me lo preparé y cuando busqué sacarina o azúcar no quedaba.

Tendría que pedir a algún vecino, pero no podía pedírselo al de 3B por todo lo que había pasado, lo que pasó fue que cada vez que lo veía cerca del ascensor, nunca le esperaba y siempre me iba sin él.

Entonces, me volví a cambiar, me puse la ropa de antes, iba a ir a pedirle azúcar a Jaime. Mientras que con la mano izquierda abría la puerta y con la derecha cogía mi móvil y las llaves de casa, aparecieron mis amigas en casa (solo había pasado desde que me había desconectado del Messenger media hora y ya estaban aquí).

-          ¿A dónde ibas?- me preguntó cotilleando Anastasia.

-          Pues voy a pedir azúcar a uno de mis vecinos- respondí cerrando la puerta de casa.

-          ¿Y a que vecino?- me preguntó ahora Paula. Les dije que iba al 2B, insistieron en acompañarme, me gustaría que no lo hicieran, pero dejarlas solas en mi casa, con mi diario no me parecía una idea mejor.

Bajamos por el ascensor, llamé al 2B nada más llegar, vi a una niña pequeña asomarse por la puerta.

-          Hola niña, ¿está Jaime?- le pregunté a la monada de niña que estaba en el umbral de la puerta. Gritó el nombre de Jaime y lo vi aparecer. Mis amigas intentaron verlo, pero no lo consiguieron hasta que llegó al umbral de la puerta.

-          ¿Qué pasa Sofía?

-          Nada, solo venía a pedirte azúcar, es que se me acabado y no sabía a quien más pedírselo – le respondí. Miró extrañado a mis amigas, me preguntó quienes eran- ellas son mis amigas, vivieron a verme sin avisar y como estaba a punto de bajar a pedirte azúcar, quisieron acompañarme.

Se las presenté, fue a por un poco de azúcar en una mini taza, lo único que conseguí decirle fue gracias y que ya le traería la taza lavada.

-          Qué guapo es- rompió el hielo Laura cuando estábamos entrando en mi casa.

-          Sí que lo es- soltaron a la vez Anastasia y Paula.

Entramos en mi casa, donde nos pusimos a ver la tele mientras yo terminaba de tomar el café que anteriormente me había preparado.  No podía echarlas de casa, ya que acaban de llegar a mi casa.

-          Ayer intentamos llamarte, pero no cogías el teléfono- empezó a decir Paula - ¿Dónde estuviste?

-          Pues yo… no salí de casa… me quedé en casa con el móvil apagado- les dije tartamudeando.

-          La verdad es lo que queremos saber, no nos mientas.

No sabía que decirles, miré a Laura muy preocupada. No podía decirles que había quedado con Rubén en un hotel de 4 estrellas donde lo había hecho. ¿Qué le iba a contar?

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